Iniciamos nuestra aventura griega, con el vuelo Madrid-Atenas, en la compañía Iberia. De la carta salvo fuet y patatas fritas, nada sin gluten. Estaban específicados los alergenos, pero es una pena que las compañías aéreas no tengan oferta para el colectivo celíaco.
Una vez en el aeropuerto de Atenas, nos dirigimos a recoger nuestro coche de alquiler de la compañía Record go.
Alojados en una apartamento, a unos 45 minutos del ajetreo de Atenas, en Kalamos en Lana´s Place. Frente al apartamento el mar, donde me daba un baño matutino.
Nuestro primer destino, un poco alejado de nuestro alojamiento (unos 300 kms de ida y 300 kms de vuelta), pero que no podíamos dejar de ver, fue a los Monasterios de Meteora, situados en las cumbres, y declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Previamente a iniciar el ascenso, comimos en el pueblo de Kalambaka, en un restaurante familiar llamado Koka Roka, donde la encantadora señora mayor que cocinó para nosotros preguntó a una persona que hablaba inglés para asegurarse de si había entendido bien el tema sin gluten. Comimos una ensalada griega al centro, tzatziki, pollo a la plancha y yogur griego.
En el restaurante Greek stories, en la calle Makrigianni 19-21, también en Atenas, y todo sin gluten, disfrutamos de cerveza griega sin gluten, pan de pita, croquetas, musaka, yogur griego y bizcocho de naranja. Espectacular. Os comparto la web https://www.greekstories.gr/